Vuelve otro año mas el concurso de relatos cortos de Noviembre Nocturno un genial programa de radio, de un pueblo de Madrid, Getafe es, curioso que las cosas buenas de los medios de comunicación vengan siempre de medios pequeños o alternativos, que los viejos dinosaurios solo estén ahí para ser viejas masas rabiosas que solo sueltan mierda por televisión, radio o en papel. Pero bueno gracias a internet se puede llegar a oír su programación mas o menos quincenal (si no estoy confundido), donde la gente de Noviembre Nocturno nos lleva interesantes relatos a nuestros oídos, mayoritariamente de terror pero alguno de ciencia ficción también cae con mucho gusto. Espero que en un futuro cercano a parte de estas letras y otras, se le reconozca públicamente su labor cultural a la gente de Noviembre Nocturno.
Bueno volviendo al tema del título, vuelve III Concurso de relato de Fantasía, Terror Y Ciencia Ficción de Noviembre Nocturno, cosas a destacar:
- Finaliza el plazo de entrega el 31 de diciembre de 2016 a las 23:59
- Se decide el ganador el 1 de febrero de 2017
- Extensión de las obras 3 páginas y máxima de 8
- El relato deberá carecer de diálogos, salvo que estos aparezcan en estilo indirecto (enunciados por el narrador)
- Los derechos de la obras serán libres como reza en las bases «Noviembre Nocturno dispondrá de los derechos de difusión de la radio ficción basada en el relato premiado bajo una licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported (CC BY-NC-ND 3.0)»
- Al ganador le obsequiaran con una camiseta y una taza del programa, y la emisión de su relato por la radio.
Ya sabéis si tenéis algo que contar oscuro que nos de miedo a todos os animo a escribirlo.
Y bueno como no gane, y dejando un tiempo prudencial para, os ofrezco el relato que hice yo para el 2º concurso, se me ocurrió una de esas noches difíciles que pase el año pasado en los hospitales madrileños, en concreto cuando iba por los pasillos en penumbra del Niño Jesus que es un hospital en un viejo edificio, no sera una obra literaria cumbre, pero la disfrute escribiendola y espero que la disfrutéis.
Mi historia, mi historia comienza como la de todos los jovenes de aquí, terminas la carrera, chico conoce chica, tienes un trabajo en la capital, pero los pisos son tan obscenamente caros que te tienes que ir a vivir a en medio de la nada, las nuevas urbanizaciones, las jodidas nuevas urbanizaciones.
Esta urbanización era de esas que nacieron como setas perdidas en medio del campo cuando el boom del ladrillo, en la nuestra eramos de los primeros en vivir allí, no había nada alrededor solo campo, seco campo, incluso dentro no había nada, en nuestro portal había otra pareja joven como nosotros viviendo en el quinto, pero en el resto de edificios era mas o menos la misma melancolia de vida.
Pasaron los meses, viviamos alejados del mundo pero todas las mañanas el despertador nos obligaba a levantarnos, coger el coche para ir a trabajar, porque si había planes para que la urbanización llegara el tren de cercanias pero esos planes con los años se vio que era otra mentira.
Y vino la primavera a nuestras vidas, mi mujer se quedo embarazada, no era algo que buscaramos, pero tampoco eramos de esas sectas católicas, fue un embarazo tranquilo.
Nacio nuestro pequeño, todo normal, eramos la típica familia que engrosa las estadisticas.
Pero vino la oscuridad a nuestra familia, no fue una noche tormentosa como en las peliculas de terror, fue una simple tarde de verano, estaba en la cocina cuando vino mi esposa llorando y gritando que nuestro pequeño bebe estaba morado, fui corriendo a la habitación con ella. Y allí estaba como sin vida, nos toco a nosotros la famosa muerte subita del lactante que tanto se hablaba en los panfletos y clases de preparación al parto.
Salimos corriendo al garaje de la urbanización con nuestro pequeño hijo frio y morado con la esperanza de que en el hospital lo volvieran a traer a la vida.
En el coche camino del hospital, jodidas urbanizaciones vacias, iba cargado de nervios conduciendo, mi mujer atras abrazando a nuestro frio hijo.
Me preguntaba que habíamos hecho mal, no nos despistabamos un segundo, lo teniamos vigilado siempre.
Y mientras mis pensamientos vagaban mientras estaba manos al volante corriendo por llegar al hospital, otra piedra mas en nuestro destino, el motor del coche se paro, se nos paro el coche en medio de la autopista en un día desierto de verano con mi mujer atras con nuestro hijo muerto o muriendose.
Salí del coche, mi mujer esta volviendo a gritar aterrada meciendo al bebe en asiento de atras del coche. Abrí el capo y mire, no se de mecánica pero no sabía que mas hacer, con los nervios y salimos de casa sin coger ni los móviles…malditos móviles…
El destino es sadico y juega con nosotros en su macrabo y oscuro juego.
Pero vi que a lo lejos en mi sentido de la autopista venia un coche negro.
Era o nunca, sabía que era peligroso, pero que mas podia hacer, me puse en medio de la autopista con los brazos abiertos.
Si el conductor del otro coche estaba distraido y siendo una autopista, iba a ser un atropello mortal, fin de la historia, fin de mi vida.
Pero si el conductor pese a la velocidad se daba cuenta y frenaba, teniamos una oportunidad de salvar a nuestro hijo.
Mire el asiento de atras, mi mujer seguia llorando en un gimoteo silencioso mientras abrazaba fuertemente a nuestro hijo, le grite viene un coche me miro, pero no dijo nada y dio un suspiro fuerte, quiza era la última vez que la vería pero tenia que intentarlo, tenia que hacerlo por ella y el pequeñin.
Ya se acercaba, era un coche negro que venia hacia mi, sentia miedo porque quien no ha tenido que parar alguna vez al borde de una carretera y sentido el golpear del viento cuando pasaba un coche a toda velocidad.
No parecia que aminorada la considerable alta velocidad, empezé a saltar y mover los brazos mas freneticamente.
Y entonces, si, si se dío cuenta, empezo a bajar de velocidad.
Aparco al lado nuestro, me acerque corriendo y vi a la mujer que lo conducia, era una señorona vieja y pija, el coche era caro, no recuerdo su cara y ahora que han pasado los años le puede decir que lo lamentare por el resto de mi vida.
Me acerque a la ventanilla, y le dije «perdone, perdone, se nos ha roto el coche camino del hospital porque mi hijo esta muy malito, perdone, nos puede llevar o lleve a mi mujer».
Si llega a dar una respuesta negativa, por dios que la hubiera matado con mis propias manos y arrancado los ojos de cuajo con mis manos ensangrentadas.
Pero no, dijo con una entonación de los de su clase social y en un tono dulce «apresurese caballero yo les llevo al hospital».
Volvi corriendo al coche y mi mujer me miro con compasión y volvimos los tres al coche de la señora, me sente en asiento del copiloto y mi mujer detras seguia gimoteando.
Arrancamos todavía nos quedaba varios minutos, que serian eternos para llegar al hospital, la señora mayor conducía rapido, era uno de mis miedos que encima fuera despacio y con tranquilidad. La autopista seguia vacia, los típicos días de verano.
Conocía el camino, mas o menos era el parecido que hacia todas la mañanas para ir a trabajar.
Ya veía de lejos la salida para el hospital, senti como si volviera a latir mi corazón que lo tenia apretado como un puño desde salimos de casa.
Pero, pero que esta pasando, la señora se había pasado la salida, le grite «¡¡se ha pasado la salida, va matar a nuestro hijo!!», ella con su voz calmada y acento de clase alta me dijo que no me preocupara que me iba llevar a su hospital que estaba mas adelante en la urbanización suya.
Me gire, no sabía si mi mujer se estaba dando cuenta o no porque estaba con la cabeza baja echa un giñapo con nuestro hijo en brazos.
Se que no era momento de pensar en eso, pero sabía que ibamos a ir a la urbanización privilegiada de chalets de lujo y mucho verde colindante a la ciudad que pasaba todas las mañanas por delante en la autopista camino del trabajo, no sabía que tuvieran los ricos hospital privado dentro de la urbanización, pero lo que no tenía que pensar era como iba a pagar el tratamiento en ese hospital.
Exactamente entramos en la urbanización de lujo, la cual tenía vigilantes de seguridad a la entrada, la mujer aminoro un poco la velocidad, eso me irrito la vida de mi hijo estaba en juego.
Pasabamos calles de chalets, espero que esta vieja no chocheara, pero al final casi de la urbanización alli estaba un edificio de ladrillos, tenia que ser el hospital.
Paramos delante y saque como pude a mi mujer con mi hijo en brazos, seguia sin respirar y del mismo color morado.
Y con la señora fuimos a la puerta, que abrí deprisa.
Dentro era un hospital como otro cualquiera, quiza se veía un poco mas lujoso con madera de verdad los muebles y marmol en vez de contrachapado y terrazo.
Vino un doctor, un hombre mayor con bata y nos pregunto que sucedia, le dije que esta amable mujer nos había traido en su coche y que nuestro hijo estaba sin respirar.
El hombre se acerco a mi mujer y cogio al bebe, ella se lo dio sin quitar la vista de la pequeña cosita, y se fue rápido por el pasillo mi mujer detras, yo me despedi rapidamente y cortesmente de la señora y sali detras de ellos.
Llegamos a una sala con una camilla enorme para nuestro bebe, el médico nos dijo que nos salieramos al pasillo y mientras entraban dos enfermeras.
Hicimos caso, total seguiamos en shock.
En el pasillo nos abrazamos mi mujer y yo, y esperamos.
El tiempo paso lentamente, aunque no fue mucho, aparecio en el marco de la puerta el medico y nos pidio que nos acercaramos.
Nos miro a los ojos, pero yo ya sabia el fatal desenlace, era horrible lo que sabía que nos iba a decir, porque aunque estaba tapando la puerta, podia ver por uno de los lados un bultito tapado con una sabana verde en esa enorme camilla.
Y lo dijo, con estas palabras «su hijo ha fallecido», el poco silencio que hubo se rompio con un llanto inconsolable de mi mujer y mi voz rota y casi silenciosa diciendole «tranquila, tranquila, tranquila…» mientras yo lloraba y le acariciaba la cabeza.
Levante la vista y le dije al medico, «podemos entrar a verlo por ultima vez».
Menos mal que nos dejaron entrar y verlo, porque con los acotecimiento que le relatare de la historia de mi vida, si no lo hubieramos visto podían habernos vueltos locos.
Entramos, en la sala ya solo estaba el médico y nos acercamos con miedo y despacio a la camilla, el medico bajo con cuidado la sabana y ahí estaba nuestro hijo con los ojitos cerrado parecia dormidito, pero no lo estaba, iba a quedar así para siempre, no ibamos a verlo crecer.
Y el médico volvio a subir despacio la sabana, nosotros volvimos a romper a llorar.
Entonces el medico se acerco a nosotros, y me apreto el hombro con la mano, rompio mi espacio vital de la manera mas clásica que te puede hacer un desconocido, y me dijo «esto no es el final».
Pense, «joder ya hemos dado con los putos creyentes de los pijos, que se cree que con dos putos rezos el alma de mi hijo va ir al cielo con los angelitos».
Y siguio hablando, y nos dijo que el hospital tenia un proyecto de adopción un tanto especial y que nuestra dramatica situación en parte podía ser solventada, todo dicho de una manera muy diplomatica y con ese acento de clase alta que tenia la vieja que nos trajo en coche.
Nos miramos mi mujer y yo mutuamente, ella tenia tambíen tenia la mirada perdida, era muy extraño lo que nos estaba diciendo, encima cuando compartiamos habitación con el cadaver de nuestro pequeño bebe.
Pensé, esto apesta al robo de bebes de la dictadura franquista que me contaba mi madre.
Mis pensamientos se esfumaron, porque en ese estupor del cual no pude intercambiar palabras con mi mujer, el medico volvio a hablar y nos dijo, esta adopción requiere un papeleo especial y ustedes tienen que decidir en este momento, entonces quieren seguir adelante.
Mi mujer, dijo con una voz casí sin energia, un si, un si muy doloroso porque estaba dejando a parte a su hijo. Y yo no se porque pero también la acompañe y dije un si también susurrante.
Entonces el medico sonrio y dijo fantastico, empecemos con los preparativos, la adopción le daremos un niño casi como el lamentablemente fallecido suyo y a nivel legal nosotros le haremos el papeleo, tendran que seguir nuestras normas y en su entorno no pueden decir que su hijo a fallecido, no obstante les ayudademos en todo el proceso.
Fue extraño, porque termino de hablar y una enfermera entro en la habitación sin ser llamada, era como si estuviera todo preparado y fuera como el mecanismo de un reloj.
Y fue un momento dramatico, porque la enfermera llevaba una pequeña caja de cartón, cogio a nuestro hijo sin destaparlo lo hizo enrollo la sabana en un pequeño paquetito y lo metio en la caja.
Fue la última vez que lo veriamos.
El medico nos empujo por el hombro con ambas manos a los dos suavemente hacia afuera de la habitación y nos decia que le acompañaramos ha hacer el papeleo a su despacho.
Al entrar al despacho alli estaba de pies otra de esas sonrientes enfermeras, con un bebe en brazos, fue sorpresivo, el medico se sento, nosotros nos sentamos enfrente de el delante de su mesa, y la enfermera se acerco y puso al bebe en los brazos de mi mujer que aun seguia con una cara melancolica y casi catatonica como yo. Lo miramos, realmente se parecia a nuestro pequeño pero no era el.
El medico con su voz y su aspecto amable, nos dijo que este iba a ser nuestro hijo, que una vez a la semana iba a pasar unos ayudantes suyos por nuestra casa a comprobar que iba todo bien y a darnos instrucciones si fuera necesario, que no nos preocuparamos por volver que ya estaba el coche nuestro a la puerta del hospital, y finalizo dandonos una caja de antidepresivos para que tomaramos cada 12 horas para nuestro bienestar. La enfermera nos trajo dos vasos de agua trasparente y clara y nos ayudo a sacar nuestra primeras pastillas, las tomamos, que ibamos ha hacer ellos eran medicos.
Y efectivamente al salir del hospital allí estaba nuestro coche, con las llaves puestas, seguiamos callados y mi mujer seguia en trance pero mirando nuestro hijo que llevaba en brazos, bueno nuestro hijo no sabemos donde esta solo se que esta en una cajita de cartón.
Estaba anocheciendo cuando volvimos por esa maldita autopista a nuestra vacia urbanización en medio de nada, la cual apenas había un par de luces en alguno de los bloques de edificios.
La primera noche fue un poco extraña porque era una mezcla entre calma tensa y como sensación de que todo había sido un sueño, una mala pesadilla, pero había algo raro, si el bebe estaba tranquilo en la cuna. Y nos fuimos a dormir.
Los primeros días, pese a la medicación, pudimos costatar que este bebe era algo raro, no porque fuera marciano, ni nada, era como muy tranquilo, no lloraba, dormia tranquilamente y se despertaba para pedir el biberon pero no gemia solo respiraba fuertemente, acaso nos dieron un bebe sordomudo.
LLego la primera visita de los ayudantes a casa, eran dos personas jovenes con traje, una mujer y un hombre, parecia que tenían conocimientos de medicina porque midieron y pesaron al bebe, eran un poco autoritarios porque dominaban la conversación y desde el primer momento sin decirlo dejaron claro que eran ellos los que mandaban, nosotros solo respondiamos a sus preguntas, nos pidieron mantener el secreto. Les pregunte si estaba sano por lo de la falta de ruidos que deberia hacer y me dijeron secamente que si.
Pasaron los meses, mi mujer parecia que con la medicación que los dos tomabamos le hacia efecto, porque se la veia muy entregada con el bebe como si fuera nuestro hijo, podía ser un verdadero parche o no, no lo se, porque hablabamos pero no hablabamos, quiero decir, no hablabamos de ese bebe, de lo que estaba pasando, era todo como un teatro que nos autoinpusimos para ser felices en nuestra desgracia.
Al mantener el secreto, nuestra familia notaba algo raro y no se porque, se fue distanciando, a mi hermano que antiguamente lo veia casi todas las semanas hacia meses que no lo veia, por parte de mi mujer tanto de lo mismo le pasaba.
Los ayudantes seguian viniendo puntualmente cada semana, nos preguntaban, lo estudiaban al ese bebe y nos daban nuevas ordenes.
No veiamos a nadie mas de los que nos ayudaron a la adopción, cuando iba al trabajo algunas veces pensaba, a la vuelta voy a entrar en la urbanización de lujo ha ver si puedo ver al médico, pero nunca lo hacia y nuestro contacto con ellos era los ayudantes.
De entre esas nuevas ordenes, ya casí al medio año nos trajeron sendas ofertas de trabajo para los dos, nos lo explicaron que para el bienestar del bebe y para devolver en parte la ayuda que nos dieron, era bueno que nos acogieramos a las ofertas, esta vez si nos dejaron tiempo para estudiarlas, la semana hasta que volvieran.
Las ofertas de trabajo, eran para teletrabajar desde casa, realizando trabajos de contabilidad para ellos, no era mi campo, ni tampoco el de mi mujer, pero eran sueldos generosos y podriamos cuidar de ese bebe bien.
En nuestra siguiente cita aceptamos. Ellos ya lo esperaban porque nos trajeron ya maletines con papeles para trabajar.
El trabajo era extraño, porque no era realmente contabilidad, era hacer operaciones matematicas algunas veces elementales y otras veces un poco mas complejas, en definitiva llenar con resultados en las casillas de los papeles, además era mas extraño porque viviamos ya en una era de la informática, para que usabamos papeles. Los primeros días de teletrabajo fueron graciosos con mi mujer y yo sentados en el comedor como si fueramos niños haciendo los deberes.
Pero los meses fueron pasando, y ese trabajo se fue volviendo aburrido, la relación con mi mujer también se volviendo distante, ella trabajaba en el escritorio del dormitorio al lado de la cuna con ese bebe, y yo en el comedor, además entre el trabajo y la situación, fue como que nos autoimpusieramos una cárcel, porque ya apenas haciamos vida en el esterior salvo coger el coche para comprar y poco mas. La urbanización seguia vacia apenas una centena de personas habitabamos esas cajas de hormigon.
Llegamos al primer año, la soledad era palpable porque para el cumpleaños de ese bebe que seguia sin hablar pero miraba y estaba atento, quise sorprender y romper la monotonia y cogi el coche para comprar una tarta para celebrarlo, al volver se la enseñe a mi mujer y tuvimos la primera discursión y ultima vez que hablamos con sentimientos, ella me acuso de que habiamos olvidado a nuestro hijo y que nuestra vida en un infierno, ese bebe nos estaba mirando desde el parquecillo y ella se encerro en la habitación, esa noche la pasamos juntos ese bebe y yo en el sofa le di con el dedo un poco de crema de la tarta chupo pero ni sonrio ni nada, era extraño y yo estaba triste y nos durmimos.
Al día siguiente mi mujer aparecio en el comedor y dijo que lo sentia, nos abrazamos, pero nunca volvio a ser lo mismo, eramos dos prisioneros desconocidos en esta ilógica cárcel de papeleo por hacer que cada semana era mas y cuidar a ese bebe que por suerte era tranquilo y extrañamente sano, dormiamos en el mismo colchon pero separados por un avismo de oscuridad.
Al cabo de tres años, los ayudantes nos dijeron que iban a pasar a recoger a ese niño todos los días a las 8 de la mañana en el coche para llevarlo a la escuela, eran sus ordenes y nosotros sus esclavos. Ese niño ya andaba, no jugaba como los otros niños, solo miraba por la ventana o nos miraba a nosotros, y por supuesto seguia sin hablar, pero si te escuchaba y te hacia caso, se dejaba hacer cosquillas pero no se reia.
La urbanización seguia mas o menos vacia, algunas veces me entraba la paranoia de si era un mega experimento y que estos ricos tenian tanto dinero que habían comprado todos los pisos para dejarnos solos en secreto o si era que el pais estaba tan jodido que la gente no podia vivir ni siquiera en estas urbanizaciones de bloques perdidas en el campo, incluso esto no lo se porque el papeleo de trabajo me mantenia alejado de la realidad apenas pincelada por un poco de televisión.
Para sumar a mi paranoia, mi familia se estaba desmigajando, fallecieron mis padres, abrace a mi hermano y quizá fue la ultima vez que lo ví, no lo recuerdo.
Los años pasaban, el muchacho nunca traia deberes a casa, y ya me resigne a preguntar y hablarle, llegaba cada tarde del colegio en el coche de los ayudantes y subia a casa. Mi mujer en cambio si le hablaba, le preguntaba que tal el colegio, que tal los amigos, el la miraba y ya esta.
Los ayudantes ni subian ya a casa, ellos llegaban en coche cada día y bajaba ese muchacho y al volver igual, el trabajo ya llegaba en paquetes que traia el cartero.
¡¡Pero en serio que intentaba como despertarlo, porque le ponia futbol en la tele pero se sentaba al lado mio y no decia nada solo miraba!!
LLego los 18 a ese muchacho, entonces nuestra rutina se rompio, porque los ayudantes al volver del colegio subieron a casa, llamaron al timbre, habían envejecido ya no eran los dos jovenes que vinieron hace años, pero eran ellos mismos, lo cual fue un golpe para mi al darme cuenta que yo también habia envejecido y mire a mi mujer ella también había envejecido y aunque conservaba su misma mirada de siempre. Y nos dijeron, que el periodo de adopción ya habia terminado pero que mantendriamos nuestros trabajos como agradecimiento.
Asi termino todo, ese muchacho el que ya era mi hijo nos miro como miraba siempre y nos dijo adios, la única palabra que pudimos oir de su boca, sabía hablar y podia, pero nunca sabre porque no nos hablo y se fue con los ayudantes.
Las semanas pasaron, mi mujer su mirada volvio a ser de pena, parecia que el cuento de hadas se habia roto, entraba de vez en cuando a la habitación de nuestro hijo que seguia igual con su cama y su ropa, no tenia nada mas porque no lo necesitaba, y seguiamos con el absurdo papeleo de cuentas cada uno cada día con la rutina de yo en el comedor y ella en la habitación.
Pasaron los años, le dije creo que fue la última vez que me sincere, espero que tengamos noticias de nuestro hijo, ella me delvolvio la frase con un si como el que dijo cuando aceptamos la adopcion hace años en el hospital.
Y continuo nuestra rutina de trabajo año tras año en esa vacia urbanización.
Sin noticias de nadie de los de la adopción y por supuesto sin noticias de el que ya seria un hombre, mi mujer cayo enferma y en poco mas de una semana murio, supongo que ya no pudo aguantar mas esta desdichada vida. Al día siguiente llego una carta de los de la adopción escrita formalmente lamentando la muerte.
Pasaron los años y yo segui en el comedor con el trabajo de las cuentas en papel, la habitación de mi hijo seguia allí en casa y el escritorio de mi mujer tambíen y vacio, y enferme, por suerte me dio tiempo a llamar una ambulancia porque la urbanización seguia vacia pero envejecida como yo.
Y esa es la historia de mi vida, de nuestras vidas, una historia absurda, totalmente ilogica, oscura y solitaria. ¿Porque se la cuento? Realmente no lo se, ya en mi lecho de muerte poco mas puedo decir, no creo que sea una confesión, fue supervivencia, pero dicen que la muerte es el momento de mas soledad, pero aun en esta camilla del hospital esperandola me siento aun mas solo por todo lo que le he contado.
Gracias por el post y por participar! Abrazos tentaculares!
De nada, a vosotros por amenizar con esos relatos tan interesantes que vuelan hasta nuestras orejas.